Me gustaría saber qué libro están leyendo. Podría ser útil para que los otros lectores del blog descubran nuevas posibilidades de lectura.
Yo por ejemplo acabo de leer "El pabellón de las Peonías" y lo he disfrutado mucho. Las costumbres, los mitos, la delicadeza de pensamientos y sentimientos chinos me ha llevado a un mundo rico en belleza y pasión. Todas las ideas referidas a la vida despues de la muerte tambien me han sorprendido. Si bien "El abanico de Seda" me fascinó, este también me mantuvo muy interesada y entretenida.
Acá coloco algunas frases extraídas del libro:
“
El pabellón de las peonías” de Lisa See
( autora de “El abanico de seda”)
Me llamaba Peonía, yo intentaba estar a la altura de la delicadeza de mi nombre.
Mi madre estaba regida por el quina: el sentimiento, la pasión y el amor.
Mi padre en cambio, estaba regido por el Li: la fría razón y las emociones controladas.
Comer deprisa no es buena educación.
Recordé que debía ser modesta en aspecto, comportamiento y movimientos.
Compadécete de aquellos cuya belleza es una exuberante flor, porque la vida no dura más de lo que dura una hoja en in árbol.
Mi madre me había enseñado a no revelar nunca mis sentimientos.
Las escarpadas rocallas ( rocas) evocaban todo lo que era duradero y fuerte en la vida.
No entendía que yo y mis primas estábamos atrapadas, como grillos de la buena suerte, en jaulas de laca y bambú.
Mi padre - como muchos hombres de su época- había adoptado la filosofía femenina y se había refugiado en su mundo interior.
Me enseñó que la vida imita el arte. Me dijo que mediante la lectura podría entrar en mundos diferentes del mío. Al coger el pincel para escribir, podría ejercitar el intelecto y la imaginación.
La poesía existe para darte serenidad, no para corromper tu mente, tus sentimientos y emociones.
Quisiera que mis lágrimas de sangre tiñeran de rojo las flores del ciruelo. Pero no viviré hasta la primavera…
Las siete emociones de que hablamos en la tierra-alegría, ira, pena, temor, amor, odio y deseo- habían viajado conmigo hasta el más allá.
No eres la primera niña que no conoce la verdadera naturaleza de su madre.
Toqué ese punto en el pecho en donde se escondía la morada de su conciencia.
Hasta el punto donde residía la fuente del placer.
Las mujeres también deberían gozar.
Todas las mujeres tienen secretos para sus esposos. Y los hombres también tienen secretos para sus esposos.
Y volví a recordar que yo, como toda niña u toda mujer, quería y necesitaba hacerme oír.
Me senté en la barandilla y me embriagué con la intensa fragancia de la glicina y con los versos que iban de un extremo a oro del pabellón como pájaros volando entre las nubes.
Era bonito hacer las nubes y la lluvia con tu padre: construir las nubes, dejar caer la lluvia; estábamos juntos como si fuéramos un solo espíritu.
Nadie puede existir sin alegría, ira, dolor, miedo, amor, odio y deseo. Las siete emociones son lo que nos hace humanos,
Intercambiábamos confidencias, compasión y amor, todas esas cosas que solo una madre y una hija pueden compartir.
Comprendí que por fin no estaba sola.
Le he enseñado que un esposo es el sol y una esposa es la luna. El sol nunca cambia de forma; la luna, en cambio, crece y mengua. Los hombres actúan movidos por su voluntad; las mujeres por sus sentimientos. Los hombres inician y las mujeres aguantan. Por eso los hombres van al reino exterior; mientras que las mujeres se quedan en el reino interior.
Mi corazón volvió a llenarse de perlas.
Quizás escribir no requiera un sacrificio. Quizá sea un don experimentar las emociones a través de los pinceles, la tinta y el papel.
Yo escribía inspirada por la pena, el miedo, el odio,. Tú escribías inspirada por el deseo, la alegría y el amor. Ambas pagamos un precio muy alto por decir lo que pensábamos, por mostrar nuestro corazón, por intentar crear algo, pero valió la pena ¿verdad hija?
Mi corazón estaba tan lleno que las perlas se derramaron y llenaron de felicidad a toda la casa.
Sueños, sueños. ¿No eran nuestros sueños los que alimentaban nuestras fuerzas, nuestra esperanza y nuestro deseo?
Con Yi aprendí a valorar el amor verdadero, el que nace en lo más profundo del corazón.
Nada en el mundo es permanente. Lo único permanente es la fugacidad.
Confiaba en que seríamos como dos pájaros volando por el cielo durante años.
Todas las mujeres del planeta- y también los hombres , por cierto- esperan encontrar esa clase de amor que te transforma, que te hace trascender el día a día y que te infunde el coraje que necesitas para sobrevivir a cada pequeña muerte: la decepción de los sueños incumplidos, los fracasos profesionales o personales, o los desengaños amorosos.