lunes, 29 de marzo de 2010

Un mundo rosado

Tengo una amiga queridísima a la que le encanta hacer crochet. Yo debo confesar que ni tejo, ni bordo, ni hago crochet, lo que no quiere decir que no admire los trabajos manuales que parecen tener una importancia muy grande en el arte de relajarse, concentrarse y hacer que nuestras manos trabajen. Me ha sucedido muchas veces que me descubro rompiendo papelitos como si mis manos fueran autónomas y estuviesen reclamando que las use en algo distinto que teclear o escribir o cocinar. Tejer un vestido para una moto me parece alucinante.
Hace un tiempo a mi nieta Rafaela le gustaba todo rosado, tienes un mundo rosado, yo le decía y me seducía la idea de escribir un cuento en donde todo era rosado, las pistas, los techos de las casas, los policías, las estrellas rosadas y el mar inmenso y rosado iluminándonos. ¿Qué le parecería tener una moto rosada? Ahora ha cambiado por el amarillo. El amarillo es su color favorito.


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