lunes, 29 de marzo de 2010

Una hora de oscuridad acarició la tierra


El sábado a las 8.30 apagamos las luces, todas, durante una hora. Fue muy agradable, pudimos ver la belleza del cielo y distinguir las estrellas, los niños corrían de un lado al otro pidiendo a los adultos: apaga la luz, apaga la luz, y solo con una vela al frente, tomamos una copa de vino y conversamos disfrutando de la noche.
Fue una experiencia enriquecedora, saber que está en nuestras manos hacer algo por la conservación de la tierra, sentir que los niños tomaban conciencia y felices colaboraban con el compromiso que detenía por una hora el trajín de luces, aparatos, computadores, televisores y más aparatos que contaminan el planeta.

Miguel Delibes, escritor español recientemente fallecido nos dice en una entrevista:

Sobre la Tierra, sobre la naturaleza. ¿Se muere la Tierra, o simplemente está herida?
Desgraciadamente, herida de gravedad. Su destino no podemos preverlo. Creo que aún está en nuestras manos salvarla, pero ¿nos vamos a poner de acuerdo para hacerlo? Estamos tan bien instalados en la abundancia que no es fácil convencer al vecino de que se sacrifique seriamente para impedir el calentamiento del planeta y hacerlo invisible para millones de personas. El momento es crucial para que el hombre nos dé la medida de su sensibilidad.




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