domingo, 26 de junio de 2011

Diálogos Borges Sabato



En estos días, especialmente hoy en el que Sábato habría cumplido 100 años, releo los diálogos de Borges y Sábato, en una edición emece de 1976. No se si el libro se consigue ahora pero lo recomiendo. Es una alegría ser parte de esas reuniones que propició Orlando Barone para reunir a dos escritores de esta talla y hacerlos dialogar.
La primera reunión sucedió el 14 de diciembre de 1974 y Barone nos anuncia: Creo que se tocaron las manos. Y un brazo o el hombro tal vez. Suelo imaginar más de lo que veo.Se deben haber dicho, no obstante, esas cosas comunes y triviales de todos: hola Borges. Qué dice Sábato…
Sé que venían por el pasillo de la casa, tomados del brazo, lentamente. El bastón era un péndulo en las manos de Borges. Entreví dos sombras y detrás a dos hombres y dentro de las sombras y los hombres, entreví el amor y la muerte, la lucha y el arte, es decir: la vida.
A manera de invitación a su elctura cuelgo algunas de las cosas que dice Sábato:
Hablando de Stevenson: Lo que calla, a veces es más significativo que lo que expresa.
Sobre Dostoievsky: Usted sabe que los propósitos siempre son superados por la obra, cuando se trata del arte.
Quién recuerda en qué acceso de pariotismo Dostoievsky se propuso escribir un librito titulado los borrachos, contra el abuso de alcohol en Rusia: le salió Crimen y castigo.
Tal vez los propósitos sirvan como trampolín para lanzarse después a aguas más profundas. Allí empiezan a trabajar otras fuerzas inconscientes, poderosas y más sabias que las conscientes. Las que en definitiva revelan las grandes verdades.
Los grandes problemas espirituales del hombre, de cualquier hombre y de cualquier época: la soledad y la muerte, la injusticia, la esperanza y el tiempo.
Ninguna obra de arte es moralizadora en el sentido edificante de la palabra. Si sirve al hombre es en un sentido más profundo, como sirven los sueños, que casi siempre son terribles.
Holderlin una vez dijo que el hombre es un Dios cuando sueña y apenas un mendigo cuando piensa.
En alguna parte de su correspondencia Flaubert dice que se ha paseado por el bosque en un día de otoño, sintiendo que era el hombre y su amante, y las hojas que pisaba, el viento y las palabras que se decían los enamorados.
Es probable que Dios nos dé lo que uno quiere sino lo que uno necesita.

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