martes, 29 de abril de 2008

Marisa Madieri

Marisa Madieri: escritora secreta y luminosa

Algunas frases del hermoso relato-diario de Marisa Madieri escritora nacida en Fiume1938, actual Rijeka que pertenece a Croacia que vivió durante siete largos años en Trieste en un campo de refugiados llamado Silos.

Esposa del escritor Claudio Magris quien inicia el Posfacio de este libro con una frase de Nietzsche: “Somos profundos, volvamos a ser claros”.
Marisa dedicó mucho de su tiempo a una asociación ( Centro de ayuda a la vida) apoyaba a las mujeres embarazadas con problemas, que no querían abortar, pero que estaban sometidas a presiones para interrumpir el embarazo.
De Verde Agua:
“Hay algo bueno en envejecer. Se gana serenidad, conciencia y, al mismo tiempo, humildad. Siervo inútil está escrito en el Evangelio.”
“No es fácil aceptar la propia inadecuación”
“El demonio de su vida (habla de una de sus abuelas), en efecto, fueron el éxito y el poder, a los que idolatró, persiguió y, dentro de sus posibilidades alcanzó.”
“A Valeria se le negaron la alegría y la despreocupación de la infancia”.
Sobre sus hijos:
“Los miro y los encuentro amables y guapos y pienso en el vacó que dejarán en mi casa cuando se vayan. Los miro y me parecen aún indefensos y quisiera poder asumir la carga de dolor que la vida les reserva, a ellos como a todos. De algún modo me siento responsable por su felicidad y me pregunto si han recibido las armas y los instrumentos necesarios para hacer elecciones conscientes, para ser aguerridos en las pruebas, fuertes en las desilusiones, generosos en el éxito, para amar y vivir en el significado.”

“Si la vida de cada uno de nosotros está hecha de largas temporadas en las que nada parece suceder, separadas por imprevistas, desconcertantes fracturas, mi primera temporada terminó bruscamente aquel día de verano con la diáspora de mi familia. La niña que partió de Fiume llegó a Trieste ya adolescente.

“No me gusta el declinar el año, el transcurrir demasiado rápido de las estaciones. Quisiera un tiempo que no pasa, la hora de la persuasión, porque sé que no me espera nada más hermoso que el presente de estar vivo.”

“Llevaba puesto mi único par de zapatos, cuyas suelas se gastaron muy pronto, hasta hacérseles dos grandes agujeros que se notaban cuando el domingo me arrodillaba en la balaustrada del altar para comulgar. A pesar de mis esfuerzos por mantener las planas de los pies pegadas al suelo incluso en esa postura, sentía que esos agujeros negros eran terriblemente visibles y enrojecía impotente porque a mis tíos no me atrevía , y a mamá no podía, pedirles que asumieran el gasto de unos zapatos nuevos.”

“Tenía la aspereza a veces algo estridente de los que han tenido poco.”
“Por doquier la vida se renueva. Es tiempo de mar de Istria y de bosques de Eslovenia”

“Pero no pude hablar a causa de los sollozos que de tan convulsivos casi me ahogaban. Como si el dolor del mundo entero me hubiese caído de golpe sobre los hombros, todas las lágrimas acumuladas durante largo tiempo en el fondo de mi corazón en pequeños y duros cristales se habían disuelto de golpe formando un río impetuoso que me arrastraba. Lloré la muerte de mis abuelos, el encarcelamiento de mi padre, la lejanía de mamá, el exilio y la soledad, la falta de besos, los agujeros de los zapatos, lloré el esfuerzo de crecer y la pena de existir.”
“Reencuentro vivas mis raíces en mis pensamientos y en mis actos. Nada muere nunca del todo.”
“Retomé mi vida de siempre en el internado, hecha de estudio, de obediencia y de sombra. También de resignación, como si al fin hubiera entendido un antiguo secreto, que toda la vida era una larga, paciente espera.”
“La vida, pues, afuera, era grande, bella, dolorosa y sagrada y yo un día la alcanzaría.”
“Me recuerda la sombra con la que debemos convivir. Toda vida contiene la semilla de su destrucción”.
“Durante la misa dominical suelo ponerme cerca de aquella columna, sin ninguna razón particular, sino como homenaje a aquel ritual inconsciente y tranquilizador que nos invita a cada uno de nosotros a buscar lo conocido, a repetir gestos que antes se llevaron a cabo solo por casualidad.”
Sobre la muerte de su madre:
Durante su agonía la velamos por turnos en el hospital. En aquellas arrugas semejantes a las marcas que el mar deja sobre la arena, en aquellas facciones antiguas e irreconocibles, en aquellos cabellos obstinadamente tupidos y vigorosos, veía, como en Siddharta, los surcos de la tierra, la ilusión del tiempo, los ríos, los árboles y las ciudades de mi vida, los caminos que su caridad había trazado, los pétalos blancos de mis violetas de la infancia, el amor tenaz y doloroso que sus besos me habían enseñado.”

Despedida:
"Gran parte de mi historia se hunde en esta dulce oscuridad, similar quizá a aquella, grande y buena, que me acogerá un día en la paz en la que ya habitan mi padre y mi madre. Pero no siento tristeza, sólo gratitud. Si he regresado a Itaca, si en los largos silencios de mi vida han resonado por un instante las notas del vals que los planetas y las estrellas, tan relucientes esta noche, danzan en la odisea de los espacios, siento que debo dar las gracias a una multitud de personas, incluso a las que he olvidado, que al quererme, o simplemente al estar a mi lado, con su presencia fraternal no sólo me han ayudado a vivir sino que son quizá mi vida misma."

Tambien ha escrito"El claro del bosque".

1 comentario:

  1. Llegar a abra el azul del cielo es dar un paso en el paraiso.
    Fabiola

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