Cuando me pidieron, para el programa de TV 3G, que llevara al set mis cinco libros favoritos, pensé que me sería imposible seleccionar entre todos mis libros, los preferidos; ¿Cómo no llevar “Muerte en Venecia” De Thomas Mann o “Madame Bovary” de Flaubert; escoger alguno de los libros de Clarice Lispector o “Las hermanas Makioka” de Junichiro Tanizaki? Decidí entonces llevar los cinco que me habían encantado en los últimos años. Me fue difícil escoger cinco, así que escogí seis.
Me han pedido que cuelgue los seleccionados así que acá la cuelgo:
Historia de un amor maravilloso de Carl Johan Vallgren, sueco, editorial Anagrama.
La hija del sepulturero de Joyce Carol Oates, norteamericana, editorial Alfaguara.
El abanico de Seda de Lisa See, China, Editorial Salamandra.
Los zapatos italianos, de Henning Mankell, sueco, Editorial Tusquets.
El lector de Bernhard Schlink, alemán, editorial Anagrama.
Verde agua de Marisa Madieri, italiana, editorial minúscula.
Ahora me doy cuenta de que escogí libros de tres autores hombres y tres autoras mujeres. Cuatro europeos, una oriental y una norteamericana.
Claro que entre mis libros amados hay muchos de autores argentinos, brasileros, mexicanos, peruanos, franceses, uruguayos, y demás, pero esos fueron los que en ese momento elegi.
Cuando realmente empecé a leer fue cuando un librero amigo de mis padres “Paco Moncloa” enviaba a la casa un paquete de libros una vez al mes, para que ellos escogieran con cuales querían quedarse. Abrir el paquete y ver esas maravillas que se podían descifrar, me fascinó. Entonces desde chica leí libros de grandes. Me acuerdo que me lo prohibieron pero yo leí “Cuentos romanos” De Alberto Moravia a los 12 años.
Mis libros has ido apoderándose de toda mi casa. A veces los imagino como personas que viven con nosotros. Mi esposo- a veces- les prohíbe la entrada a cierta parte de la casa, ellos se retiran, pero se que saben que regresarán. Creo que algún día encontrarán su verdadero sitio en un salón de te-biblioteca con el que sueño, que me encantaría tener, hay uno así en Buenos Aires, en un sótano al lado de un teatro, los libros se prestan, hay conferencias, presentaciones de libros y puedes tomar un rico té con macitas. Ahí podría poner, como algo especial, mi colección de libros de mujeres que he ido juntando a lo largo de los años.
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