Apolodoro narra que Orfeo, desde la nave de los Argonautas, cantó con más dulzura que las sirenas y estas se precipitaron al mar y quedaron convertidas en rocas, porque su ley era morir cuando alguien no sintiera su hechizo.
De Murgen en el norte de Gales se duce que no era pescado porque sabía hilar, y que no era una mujer porque podía vivir en el agua.
Una vez me senté en un promontorio
y escuché a una sirena montada en
un delfín. Profería aliento tan dulce
y armonioso que el rudo mar
se aplacó con su canto y ciertas
estrellas se dispararon locamente de
sus esferas para escuchar la música
de la doncella del mar.
y escuché a una sirena montada en
un delfín. Profería aliento tan dulce
y armonioso que el rudo mar
se aplacó con su canto y ciertas
estrellas se dispararon locamente de
sus esferas para escuchar la música
de la doncella del mar.
William Shakespeare,
Sueño de una Noche de Verano
Sueño de una Noche de Verano
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