Un artículo de José Antonio Marina, sobre el hermoso tema de la alegría.
Si tuviera que elegir un estado de ánimo perfecto, me costaría decidir entre la alegría y el entusiasmo. Esto me hace pensar que entre ambos tiene que existir algún lazo subterráneo. Entusiasmo exhibe una etimología impresionante: en-theós. Sentirse como si uno estuviera habitado por un dios. Es una experiencia de energía, de vitalidad, de plenitud. La alegría tiene también esos componentes. Ortega y Gasset creía que está palabra derivaba de un término griego que significa “ciervo” y se preguntaba cómo había podido producirse esta relación. “Quien está alegre, salta, como los ciervos”, concluyó.
Si tuviera que elegir un estado de ánimo perfecto, me costaría decidir entre la alegría y el entusiasmo. Esto me hace pensar que entre ambos tiene que existir algún lazo subterráneo. Entusiasmo exhibe una etimología impresionante: en-theós. Sentirse como si uno estuviera habitado por un dios. Es una experiencia de energía, de vitalidad, de plenitud. La alegría tiene también esos componentes. Ortega y Gasset creía que está palabra derivaba de un término griego que significa “ciervo” y se preguntaba cómo había podido producirse esta relación. “Quien está alegre, salta, como los ciervos”, concluyó.
Cada
palabra es una haz de referencias. Hoy voy a explorar la red de la alegría, y
la semana próxima haré lo mismo con el entusiasmo. Quiero llamarles la atención
sobre un hecho relevante. Casi todo lo que voy a decirles lo saben ya. Lo
saben, pero no son conscientes de saberlo. Es una de las sorpresas que depara
el lenguaje. Cualquier hablante de una lengua podría escribir un libro
de gramática. Bastaría con que reflexionara sobre cómo lo usa de forma natural.
Lo mismo ocurre con el léxico. Las palabras son tan conmovedoras porque
incluyen un rico caudal de connotaciones. Al aprender una lengua estamos
aprendiendo un mapa del mundo. Me gustaría que me enviaran palabras catalanas
que designen la alegría.
Covarrubias,
en el primer diccionario de la lengua castellana, llama la atención sobre un
sinónimo culto de alegría: leticia. Está emparentada con lato, amplio,
abierto. Y el buen Covarrubias saca una conclusión de enamorado: “Alegría es
apertura de ánimo para dejar entrar al objeto amado”. Tenía razón, porque lo
contrario de esta expansión del ánimo es la angustia, la angostura, que
experimenta la vida como intransitable. Henri Bergson, gran filósofo y gran
escritor –ganó el premio Nobel de Lteratura– situó con precisión la alegría en
el mapa de nuestros afectos. Según él, la naturaleza se ha tomado el
trabajo de instruirnos sobre la significación de la vida y sobre el destino del
hombre. “Ella nos advierte mediante un signo preciso que nuestro destino está
alcanzado. Este signo es la alegría. Digo la alegría, no el placer. El placer
no es más que un artificio imaginado por la naturaleza para obtener del ser
vivo la conservación de la vida; nos indica la dirección en que la vida está
lanzada. La alegría en cambio anuncia siempre que la vida ha triunfado, que ha
ganado terreno, que ha alcanzado una victoria: toda alegría tiene un acento
triunfal”.
La
alegría no es sólo un estado de ánimo coyuntural, sino un rasgo de carácter.
Hay personas alegres y hay personas tristes, depresivas, o pesimistas. Como
educador me gustaría saber si es un rasgo innato o es un rasgo aprendido. Los
niños nacen con distintos temperamentos, es decir, con diferentes pautas
para reaccionar ante los estímulos. Hay niños vulnerables, temerosos, que
parecen dotados de unas antenas especiales para captar todo lo amenazador que
hay en su entorno. Son niños que tienen más sensibilidad para percibir los
castigos que para disfrutar con los premios. Davidson, un gran
neurólogo, considera que ese rasgo depende del modo de organización de los
lóbulos frontales. Pero también dice que esas características pueden alterarse
a lo largo del proceso educativo. Ese es mi campo actual de
investigación. Si quieren ayudarme pueden contestarme ¿Conocen a algún niño que
haya sido poco alegre desde que nació y luego cambiara? ¿Saben como lo hizo?
Escriban a jamarina@movilizacioneducativa.net.
Querida Ce,
ResponderEliminarMe he reído sola con Lucille! Gracias! Y me quedo pensando en la alegría cuya etimología Marina no nos brinda, preguntándome si alguien que conozco me parece francamente alegre. Yo creí serlo por mucho tiempo pero últimamente me parece haber perdido mi alegría. Y mis hijos? Ciertamente no hacen gala de mucha alegría. Ahora q lo pienso y busco entre sus amistades, tampoco creo reconocer ese contagioso y positivo rasgo entre ellos. Espero su artículo del entusiasmo. Qué bonita esa composición: en theos!!! Like it!
Blunt y You are Beautiful...me encanta
Un beso y muchas gracias F.