domingo, 3 de mayo de 2015

Nueva sede del Whitney en NY




El Whitney Museum of American Art inaugura su nueva sede en el 99 de la calle Gansevoort, en Nueva York. Es decir, junto a la calle Washington, en la zona del Meatpacking District, pegado a la High Line, la línea de tren convertida en parque elevado. Desde que en noviembre, con motivo de la retrospectiva de Jeff Koons se celebró la última gala y Adam Weinberg, el director, congregó a 600 personas -entre ellas a Cindy Sherman, el propio Jeff Koons, Chuck Close and Frank Stella-, sólo han pasado seis meses.
El traslado significa el cambio de localización de un vecindario rico a otro nuevo rico. La medida marca la primera vez que uno de los cuatro principales museos de Manhattan ha abandonado su buque insignia desde 1966. El tipo de gente que recibió con alegría las fortalezas de hormigón de Lloyd Wright y Breuer, y lo que tenían de símbolo, ahora está en la parte de abajo. Weinberg devuelve el museo a sus raíces, a un lugar de la identidad tribal bohemia y de galerías. Taylor Swift vive por aquí.
El nuevo edificio de Renzo Piano es un edificio asimétrico, extraño, muy angular. Cercano a los muelles del río Hudson, no lejos de donde desembarcaron los supervivientes del Titanic, juega con volúmenes de cristal y formas angulares. No es el mejor diseño de él, que ha conseguido verdaderas joyas museísticas (desde la Fundación de Menil a la Beyeler y la Nasher). La critica neoyorquina ha sido bastante despiadada. Michael Kimmelman (del 'New York Times') lo ha definido como "una fábrica o quizá un hospital"; Jeffrey Salz (del 'NewYork Magazine'), como "una compañía farmacéutica" y el crítico de arquitectura Justin Davidson ha escrito que "no hay nada transparente sobre este torpe 'kit' de terrazas salientes y superficies inclinadas: la cosa podría haber llegado en un paquete plano de Ikea y luego ha sido prodigiosamente mal montada".
Piano entreteje perfectamente interior y exterior en un edificio que aspiraba a ser hito urbano, pero que en sus fachadas es bastante insustancial. Hay que decir que su espacio interior es excelente. Piano ha sabido entender el lugar donde ha construido, hacer un espacio fácil para los conservadores y rendir un homenaje a Breuer.
Las galerías del abandonado edificio de Breuer tienen un perfecto sentido de recorrido, de escala, de ritmo, de fluidez. Fue una excelente arquitectura en todos sus sentidos: en carácter, en buen diseño, en adaptabilidad y en marca. Piano ha hecho referencia a Breuer, se ha hecho eco de los detalles, como la galería del vestíbulo y el ascensor gigante. Mientras Breuer repartió ventanas, manteniendo la experiencia artística secuestrada, el edificio de Piano se abre a la ciudad. Se ve el río, se ve la puesta de sol, se ve la calle, hay algo de continuación con el sentido industrial de la High Lane (el edificio como una suma de contenedores) e incluso el nuevo World Trade Center. Ventanas majestuosas y amplias terrazas invitan a los visitantes a salir o a mirar el exterior.
Sintomáticamente, a la vez que se anunciaban todos estos eventos de apertura aparecía en la prensa el obituario de Alfred Taubman a los 91 años:uno de los más importantes empresarios de centros comerciales y una de las personas más influyentes en el mercado del arte americano, pues fue presidente de Sotheby's entre 1983 y 2001. Este año fue procesado, junto con el presidente de Christie's, por manipular los precios y condenado a cárcel y a una multa de 7,5 millones de dólares para él y de 45 para Sotheby's. Esta tuvo que pagar asimismo 256 millones a clientes y Taubman unos 186. Aunque no reconoció la culpabilidad, aceptó la sentencia y los enormes costes derivados dando a la prensa un titular muy parecido a los de Warhol y Koons: "Vender arte tiene mucho en común con vender refrescos". Fue un gran filántropo de la Universidad de Míchigan y, por supuesto, del Whitney.
La exposición inaugural se titula 'America is hard to see' y presenta 600 obras de 407 artistas (de un fondo de 21.000 piezas de más de 3.000 artistas americanos). La pintura de Charles Sheeler, de Charles Demuth y de Edward Hopper al comienzo de la exposición conectan con la arquitectura de Piano. Los ascensores están customizados por Richard Artschwager. Desde dentro el edificio conecta con la ciudad, y estamos seguros que también con la gente. Weinberg, sin grandes retóricas ni tonterías, con la sencillez de su personalidad, ha conseguido un gran museo. El nuevo Whitney es una nueva 'chance' cultural, de disfrutar cómodamente de la historia del arte.http://www.elmundo.es/cultura/2015/04/28/553eb08ce2704ef3788b4571.html

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