Recordaba
haber leído una crónica de Mario Vargas Llosa sobre la plaza Xemaa el Fna de
Marraquech, la fascinación que había sentido al imaginar ese espacio mágico que servía de
concentración de tantas personas ofreciendo distintos espectáculos, pero
especialmente recordaba que hablaba de los narradores de historias. La memoria
engaña y por más que busqué, no encontré
el artículo.
Entonces
busco otras fuentes y el primero que aparece es Juan Goytisolo, reciente premio
Cervantes que viene viviendo en Marraquech por muchos años.
Acá comparto con ustedes distintos extractos de artículos que hablan de la plaza que pueden darnos más o menos una idea de ese lugar que concentra gentes de todas partes del mundo árabe, lugar en el que se mezclan los idiomas, en donde se vende y se compra, se observa, se expresa, se propicia el encuentro y la mezcla, la diversión y la alegría de la fiesta.
La
plaza que irradia una fuerza y energía
que lo envuelve y transforma todo, ha sido nombrada por la Unesco como
Patrimonio oral e inmaterial de la
humanidad. En la que se puede encontrar los famosos narradores de historias que
recordaban, músicos en trance, domadores de monos, tambores, castañuelas metálicas, herboristas,
predicadores, videntes, acróbatas, magos, expertos en cartomancia. Todas
diferentes manifestaciones de arte por medio de la palabra, el gesto, el
vestido y el sonido.
Los
contadores de historias pueden hablar en lenguas Berever, árabe dialectal,
árabe clásico. Entre todas estas lenguas se construye el habla de
Marraquech. Tambien existe un habla subterránea
secreta llamada Ighouss.
Todos
estos personajes tienen que dominar el arte del entretenimiento, seducir al
público, atraerlo, llamar su atención apartarlo de su competencia.
Los
narradores improvisan, sus protagonistas son analfabetos o semi. La mayoría de
los cuentos son sobre el bien y el mal, la segunda vida, los cuentos de hadas.
Es imposible seguir el hilo del cuento sin perderse en un mundo de vasos
comunicantes y una técnica que no se puede calificar por falta de lógica. Los
cuentos pueden durar un día o una semana, meses o años sin que se llegue a
conocer el epílogo. El mando de la narración
de otros cuentos lo toma otro narrador después de la muerte de su primer
autor.
El
espectáculo se interrumpe por una carcajada, un aplauso, un baile improvisado o
una canción de moda que se interpreta como un refrán.
Hay
curadores que ofrecen medicinas mágicas,
afrodisiacos, para el embarazo, aborto, magia negra. Es el punto de encuentro de los
desafortunados, familiares de enfermos crónicos, enamorados frustrados. Se venden plantas y huesos de animales
molidos.
También
están los videntes que realizan una charla íntima, venden solo palabras,
predicciones, promesas, son los psiquiatras de los pobres, los maestros del
alma del cliente. Se exige fe en las palabras que pronuncia el vidente.
Es
como una gigantesca representación de actores en escena.
Palomas,
reptiles, avestruces, cabritos; cuernos, burros. Los animales no muerden ni se
escapan ni atacan al público. A veces los mismos animales son los que recolectan
las propinas.
Esta
plaza ofrece una oportunidad a toda persona que se crea apta para crear un
espectáculo y diversión.
La
plaza Jemaa el Fna no se detiene nunca y es un punto de unión de lenguas,
culturas y tradiciones. Acá se reúnen ricos y pobres, gentes del campo y de la
ciudad, jóvenes o viejos, sin importar su origen, condición social, edad, color
político o religión.
Plaza de Yamaa el Fna Wikipedia
La Plaza de Yamaa el Fna es la principal plaza y el más famoso lugar de la ciudad marroquí de Marrakech. Se levanta a escasos metros de la mezquita Kutubía, por lo que queda dominada por su alminar. Rodeando la plaza hay también varias mezquitas, más modestas, que acompañan a la Kutubía.
Hay varias hipótesis sobre el nombre de la plaza; según algunos[significa "asamblea de la aniquilación", ya que era el lugar donde se ajusticiaba a los que delinquían; también se sugiere[que "asamblea" o "reunión" es una referencia macabra al hecho de que se exhibían las cabezas cortadas de los ajusticiados rodeando la plaza, como si estuvieran celebrando una reunión. Otras teorías señalan que, puesto que la palabra ŷâmiʻ también tiene el significado de mezquita (aljama o mezquita mayor), podría significar "lugar de la mezquita destruida", en referencia a la mezquita almorávide que debió de alzarse allí.
La plaza es de grandes dimensiones y está rodeada por todos los lados, menos por uno, por la medina repleta de zocos clasificados por su actividad principal. En los bordes de la plaza se han establecido un buen número de cafés, como el café Francia, y restaurantes de todas las categorías, que abren sus terrazas hacia el espectáculo que se forma en esta monumental escena.
Todo en Marrakech gira en torno a Yamaa el Fna. Miles de personas se dan cita en este espacio público llenándolo de color, cultura y negocio. Contadores de cuentos, maestros exponiendo sus enseñanzas, encantadores de serpientes, danzantes, dentistas, vendedores de zumos de fruta, acróbatas, escritores de cartas, aguadores... un infinito número de actividades y personas que se juntan y van abarrotando la plaza y sus callejeas adyacentes según va llegando la noche.
Los puestos de comida especializados, cada cual en su hacer, inundan con la noche una parte de la plaza, que queda iluminada por cientos de lucecitas e inundada de humo con multitud de olores.
En el año 2001 la Unesco proclamó e inscribió en 2008 El espacio cultural de la Plaza Jemaa el-Fna en la Lista representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.1
En el año 2011 un atentado en uno de los cafés que rodean la plaza dejó un saldo de 14 muertos (11 turistas extranjeros y 3 marroquís) y 20 heridos.
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