Un pajarito de papel
Con mucho cuidado hice para mí, un
pajarito de papel. Durante horas, formé,
una a una, sus delicadas plumas, estuve recortando, doblando, torciendo el
papel. El pico quedó alargado, sus ojos tiernos, su cola orgullosa. Era un
pajarito de papel.
Lo estuve observando largo rato. No
estaba del todo contenta con él. Entonces, lo tomé entre las manos, acerqué mi
boca a su pico, y soplé fuerte, con ganas. !Tendría vida!
No demoró nada en convertirse en un pajarito de verdad.
En un instante sus plumas se cubrieron de preciosos colores. Sentí entre mis
manos cómo latía su corazón. Vi como las
plumas de sus alas se iban llenando de aire, ¡se movían! eran alas de verdad.
El pajarito me pegó una mirada
inocente, cómplice, graciosa, pidiéndome permiso para poder volar.
Los días siguientes, estuvimos así,
jugando. El volaba un rato, cantaba un poco, se encontraba con otros pájaros. Pero, regresaba siempre, y se acomodaba entre
mis manos para dejarse acariciar.
Era un hermoso pajarito de verdad,
pero yo no estaba del todo contenta con él.
Entonces, lo tome entre mis manos y
le dije:
—Quiero
verte partir. ¿Cuando has visto un pajarito que no se quiera marchar?
El me miró muy curioso, tratando de
descubrir si yo hablaba en serio y si realmente estaba dispuesta a dejarlo
escapar.
Lo vi alejarse para siempre. Danzaba
con el viento, hizo unas piruetas de despedida y se fue lejos para no volver.
Ahora sí, era un pajarito de verdad y yo estaba del todo
contenta con él.
Fotos de Masao Yamamoto
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