La pregunta clave era ¿quién soy? cambia ahora por ¿qué siento? ¿qué quiero? Somos como un niño recién nacido al que
tenemos que estar mirando atentos, cuidando sus gestos, sus reacciones,
adivinando sus deseos. Entonces, ¿por
qué no dejar que crezca un poco como si viviéramos en el campo y fuese el
viento el que nos cuida, el sonido de los pájaros el que nos acompaña, los
árboles los que nos proteger con su
sombra?
Pedro Mairal en un Ted habla de la fuerza de la lengua, de
aquello que somos capaces de hacer con nuestras palabras, levantar y humillar,
acariciar y espantar. Transmitir nuestros miedos y también sembrar esperanza. Vivimos adentro del lenguaje, dice.
Somos lenguaje.
Que la fuerza de la lengua los acompañe.
En el conversatorio después de la obra de teatro Dinamo cuando alguien del público dio
una interpretación de lo que había sucedido en el escenario, la directora le
respondió:
— Eso es. Lo que tú crees, es. Dándole gran importancia a la interpretación. Experimentamos nuestra descripción de las
cosas y no las cosas en sí mismas.
Traducimos con nuestro lenguaje todo lo que vivimos, sentimos, anhelamos
y vemos. Cada quien ve algo distinto.
También se habló de la incomunicación y podría pensar que es
imposible comunicarnos, que logramos comunicar solo una partecita de lo que
queremos decir o traducir.
La pelota que arrojé
cuando jugaba en el parque aún no ha tocado el suelo. Dice Dyland Thomas.
Seguimos en la infancia, una parte nuestra todavía habita en ese jardín en el
que fuimos tan felices, el paraíso al que deseamos siempre volver.
Haruki Murakami cuando de noche se pregunta: —¿Quién soy? ¿Cómo
soy en esencia? ¿Quién lleva las riendas de mi vida?— Siente pánico. El no
tener respuestas a nuestras preguntas nos espanta. Tal vez madurar sea aprender a vivir sin
tener respuestas para las preguntas fundamentales de nuestra vida. Me pienso a mí misma.
Cuando nace una criatura, un niño desnudo, no tiene conciencia
de que se irán creado hilos que lo
unirán a las demás personas. Que desde
ya tiene relaciones que deberá mantener y cuidar durante toda su vida, sus
padres, sus hermanos, y la lista irá aumentando, los amigos, el esposo, los
hijos, los nietos, personas que serán importantes en su vida, de las que él será
responsable.
Un cuadro
de Lucio fontana me hace escribir: Un tajo abierto. Por ahí respira. Se
rompe la tensión de la tela. Es también la cortina que cubre una escena, en
cualquier momento aparecerá una mujer por el tajo y recitará un pequeño poema
que tendrá como virtud el despertar nuestro llanto.
¿Qué es mejor matar el tiempo o hacer tiempo?
A Liliana Herrero la conocí en Buenos Aires, cantaba con voz
profunda, de mujer que ha vivido, que ha bebido, que ha fumado. Cantaba música
folclórica, cantaba Naranjo en Flor. Hoy vi su nombre y la escuché y fue como
si estuviese otra vez de noche, en el bar, esperando que Liliana aparezca y
cante. Primero hay que saber sufrir
Después amar, después partir
Y al fin andar sin pensamientos…
Después amar, después partir
Y al fin andar sin pensamientos…
Las palabras crecen en el silencio. Si hiciéramos un
experimento y guardáramos silencio por diez segundos, escucharíamos nuestro
silencio.
Un abrazo profundo dado por primera vez que contenía la vida
entera, lo no expresado, lo desconocido.
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