martes, 16 de febrero de 2010

Pequeño encuentro


¿Quién podría imaginar que encontraría una nueva amiga en la oficina de trámites de brevete? Posible pero cierto, aunque no deja de ser extraño.
A Cecilia también le habían robado la cartera y empezamos nuestra relación intercambiando estrategias para protegernos de futuras agresiones. Cuando nos enteramos que habíamos tenido la misma formación escolar, -distintos colegios pero igual método- costumbres, creencias, nos sentimos muy cómodas y sin perder el tiempo hicimos un rápido recorrido por nuestras vidas. Ella era viuda reciente, tenía una hija en las puertas del matrimonio y,- eso fue lo que más me interesó- estaba totalmente dedicada a la tradición Sufí. Precisamente yo estaba en búsqueda de cuentos sufíes, había ido a librerías, estaba descifrando un hermoso libro llamado: El collar de la paloma del alma, basado en las enseñanzas de dos sabios también sufíes. Nos llamaron para entregarnos nuestros documentos pero aún teníamos que ir a otra oficina a terminar el trámite. Cecilia vino en mi auto y durante la travesía nos abocamos a temas más profundos. ¿Existen almas más finas que otras? ¿Las personas que despreciamos son espejos nuestros? ¿Si uno ruega a Dios por un maestro, aparece pronto en su vida? Cecilia tenía un rostro que inspiraba una gran paz. Sus palabras parecían abrazos. Nadie que nos escuchase podría decir que hacía menos de una hora éramos absolutamente extrañas. Su maestro era de Afganistán. Había viajado a Estambul. Ella medita tres veces al día y ora todo el tiempo, casi con la misma naturalidad con la que respira. Hablamos de amor. Descubrimos otras coincidencias mientras tomábamos un jugo en la cafetería del local, amigos comunes, una manera parecida de mirar las cosas.
Esto lo escribí un miércoles 23 de setiembre de 1998. A Cecilia no la volví a ver pero no la he olvidado. Ahora pienso que hay personas con las que nos topamos en la vida con las que conseguimos una comunicación intensa y profunda y que eso hay que recibirlo como un regalo, ¿de quién? Una gratificación por haber estado dispuesta, abierta a tomar contacto con el que está en esos momentos a nuestro lado. A los pocos días ella me hizo llegar un cuento Sufí que me sirvió para un cuento que estaba escribiendo y ahora si hago un esfuerzo puedo recordar las sensaciones de alegría y gusto que tuve durante nuestro pequeño encuentro.





3 comentarios:

  1. Mi Ce querida,

    Siempre leo tu blog y es como un bálsamo para mi. Me pongo en un estado zen total!! me encantan los fados. Mi primo me enseñó a escucharlos.
    Es bello cuando tienes un encuentro que te causa alegría. La vida es tan corta que hay que detenerse un rato, disfrutar y no pensar en lo que nos falta que es un vicio de esta época...
    Rocío

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  2. "Ceci, hoy tengo un dia libre en el trabajo y tuve tiempo de abrir tu pagina, me encanto, super interesante, gracias por compartirlo.
    Un besote"
    Liliana M.

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  3. Hola Ce lindas cosas las de esta semana. Cariños Isa

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