Este texto lo tengo conmigo desde que era una jovencita, coincidía tanto con mi deseo de ser aceptada tal cual era, sin pretensiones, sin máscaras. Y que si tuviese algun valor, estaría en mi mente o en mi corazón. Me encanta eso que dice: Si difiero de ti, te enriquezco, éso es lo que debe ser una conversación, éso lo que debe ser un amigo.
¡Estoy tan cansado de las polémicas, de los exclusivismos, de los fanatismos! Yo puedo entrar en tu casa sin tener que vestir un uniforme, sin verme obligado a recitar un Corán, sin tener que renunciar a nada de mi patria interior. A tu vera no tengo que disculparme, no tengo que defender, no tengo que probar; encuentro la paz, como en Tournus. Por encima de mis torpes palabras, por encima de los razonamientos que pueden confundirme, tú, en mí, sólo tienes en cuenta al Hombre. En mí reconoces al embajador de creencias, de costumbres, de amores personales. Si difiero de ti, lejos de perjudicarte te enriquezco. Me haces preguntas como se pregunta al viajero.
Yo, como todos, necesito ser reconocido, contigo me siento limpio y por eso me dirijo a ti. Necesito ir a donde me sienta limpio. No han sido mis fórmulas ni mis andanzas las que te han permitido saber quién soy: ha sido el aceptar quién soy lo que, en todo caso, te ha hecho ser indulgente tanto con estas andanzas como con aquellas fórmulas. Te estoy agradecido por haberme admitido como soy. ¿Para qué necesito un amigo que me juzgue? Si acepto a un amigo que cojea en mi mesa, le ruego que se siente, no le pido que baile.
Amigo mío ¡te necesito como a la cima en la que se puede respirar! Necesito volver a acodarme, a tu lado, a las orillas del Saóne, en una mesa de un pequeño mesón de tablas mal ensambladas, y allí invitar a dos marineros con los que brindaremos en medio de la paz de una sonrisa luminosa como el día.
Gracias Ce. El blog está precioso. El fragmento de Tierra de Hombres también ha sido siempre uno de mis preferidos... ¡Qué cosa! Felicitaciones.
ResponderEliminarCariños,
M.