miércoles, 27 de mayo de 2009

Meditar



Ultimamente escucho por todas partes la importancia de la meditación. En medio de la voragine de esta vida que nos toca vivir, encontrar un tiempo para sentarse tranquilamente sin hacer nada, recitar un mantra, volverse hacia uno mismo, cerrar los ojos, respirar. Hace muchos años asistí a un curso de meditación,me dieron mi mantra que hasta ahora conservo, aprendí y disfruté pero no tuve la perseverancia, que es lo más importante de todo en esta vida, y hoy deseo otra vez encontrar "eso" de lo que nos habla David Lynch.



BHAGAVAD-GITA por David Lynch (cineasta) 

 

La primera vez que oí hablar de meditación, no me interesó nada. Ni siquiera sentí curiosidad. Me pareció una pérdida de tiempo.

    Aunque lo que llamó mi atención fue la frase «La verdadera felicidad está en el interior». Al principio me pareció algo mezquina, porque no te dice dónde está ese «interior» ni cómo alcanzarlo. Pero no obstante, parecía esconder cierta verdad. Y empecé a pensar que tal vez la meditación fuera un modo de llegar al interior.

    Me informé sobre la meditación, hice algunas preguntas y empecé a considerar distintas variantes. Justo entonces, telefoneó mi hermana y me contó que llevaba seis meses practicando meditación trascendental. Noté algo en su voz. Un cambio. Una nota de felicidad. Y pensé: «Eso es lo que yo quiero».

    De modo que en julio de 1973 acudí al centro de MT de Los Ángeles y conocí a una instructora que me gustó. Se parecía a Doris Day. Y me enseñó una técnica. Me dio un mantra, que es un pensamiento-vibración-sonido. No se medita sobre su significado, pero es un pensamiento-vibración-sonido muy específico.

    La instructora me condujo a una salita para que meditara por primera vez. Me senté, cerré los ojos, empecé a entonar el mantra y fue como si estuviera en un ascensor y cortaran el cable. ¡Bum! Caí en la dicha, en pura dicha. Y ahí me quedé. Luego la maestra me avisó: «Hora de salir; ya han pasado veinte minutos». Yo exclamé: «¡¿Ya han pasado veinte minutos?!». Y me mandó callar porque había más gente meditando. Me resultó una experiencia familiar, pero a la vez nueva y poderosa. Desde entonces opino que la palabra «única» debería reservarse para esa experiencia.

    Te conduce a un océano de conciencia pura, de conocimiento puro. Pero te resulta familiar, eres tú. Y al instante emerge una sensación de felicidad: no de felicidad bobalicona, sino de honda belleza.



"Si se siembra la semilla con fe y se cuida con perseverancia, sólo será cuestión de tiempo recoger sus frutos."Thomas Carlyle

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Tu comentario es de gran utilidad para para Abraelazuldelcielo. Ce.