Desde Lima, un relámpago de azul-cielo o azul-mar en nuestra mente o en nuestro corazón que ansían la belleza. Cuentos, poesía, música, cine, reflexiones, teatro, viajes, fotografía, entrevistas, danza y más.
domingo, 24 de noviembre de 2013
Ha muerto Doris Lessing
Crónicas de la nada y del mundo. 7. Canta la hierba por Doris Lessing
Por: Juan Cruz | 17 de noviembre de 2013
Ha muerto Doris Lessing, la autora de Canta la hierba. La fui a ver a su casa de Londres, con mi hija Eva, que hizo la traducción precisa de la conversación que tuvimos en la habitación más alta de la casa en la que se recluyó huyendo siempre de la parte más abundante de la fama.
Ahora que ha muerto Doris Lessing le he preguntado a Eva algunas de las cosas que recordaba de aquella visita y me refrescó la memoria de lo que sucedió en el otoño de 2007, cuando tocamos a su puerta. Yo recordaba su desdén por el éxito, su olvido de las abundantes felicitaciones que aguardaban abajo, en la puerta de la calle, a que ella acudiera alguna vez a recogerlas; pero estaba harta de subir y de bajar, de modo que dejó que todo esperara mientras ella se recuperaba del susto de la noticia pero sobre todo de las visitas y de los parabienes, así como del insistente sonido telefónico que ya la tenía más que harta.
Aún así nos recibió, nos regaló aspirinas y paracetamoles, nos dio agua y quiso que estuviéramos cómodos en su casa grande de la que ella había decidido entonces habitar sólo un pedazo. Eva, por su parte, me refrescó otras memorias que están en los libros de la propia Doris.
“En su autobiografía”, me escribe Eva, “Doris Lessing contaba el proceso de su escritura, que consistía en caminar mucho por la habitación en un estado que ella llamaba de wood gathering, que es algo así como reunir lana o hacer la madeja. Estaba pensando sin mucha conciencia de en qué estaba pensando. Sólo después se ponía a escribir”.
“Y lo que recuerdo de su experiencia del comunismo”, prosigue Eva, “es que tal y como lo contaba se parecía mucho a la experiencia de estar en una secta negando la realidad, y ella no daba crédito a que pudieran seguir dentro de esa inmoralidad. Pero siempre fue muy valiente y muy honesta, también cuando se fue de África con su hijo pequeño, dejando allí a los otros dos, que tardaron mucho en perdonarla. Aquellos primeros años en Londres, de efervescencia política y pobreza, están muy bien contados. Pero en seguida, con la primera novela, se convirtió en una voz pública, y encabezaba manifestaciones”.
Hasta ahí, lo que subraya Eva; me hizo ilusión que me acompañara. Mucho antes de que ella naciera y viviéramos juntos en Inglaterra mi maestro Domingo Pérez Minik me habló de Doris Lessing cuando yo era un adolescente en la isla, y Canta la hierba estuvo entre los primeros libros que él me impulsó a comprar con la insistencia con que los maestros le muestran a sus discípulos el camino de lo que deben ser sus lecturas.
A don Domingo, que había muerto en 1989, le hubiera gustado saber que la hija y el padre habían ido juntos a rendir homenaje a una de sus grandes damas de la literatura en inglés. Y allí estábamos. Hoy me he acordado mucho de aquella mujer esquiva y cálida a la vez, y de aquel anglófilo que me puso a leer hace ahora tantos años.
Canta la hierba, pues, por los dos, por Domingo y por Doris, en este blog que incluye también las entradas que esta semana hice en el programa Hora 14 de la cadena Ser. Entre los asuntos, el merecido premio de las Letras al autor de Antagonía, Luis Goytisolo. Y, cómo no, una referencia amarga a la realidad de Madrid estos días. Parece que al fin ha acabado la basura, pero la secuela que deja, de desidia y de fracaso en el gobierno de la ciudad, arrancan rabia y desolación civil, como si la ciudad navegara sola y no en las mejores condiciones.
ENSAYO DEL INFIERNO
Que Madrid lleve tantos días soportando su basura es un ensayo general del infierno. A la ciudad le han estallado sus tripas y sus desechos en la cara; la paciencia suicida con la que la política acepta que esa situación alcance cifras de record indica la falta de pulso con la que se discute en los despachos para arreglar lo que importa en la calle. Lo que pasa es un descrédito para la política y produce una sensación de dejadez que ninguna ciudad se merece.
ANTAGONÍA
Luis Goytisolo me dijo un día que él quería medirse con Proust y con Joyce. Su ambición siempre fue la vanguardia, estar antes de que sucedieran las modas. Antagonía es su gran obra. Pero ahí no se paró, siguió inventando, desde la calle de su infancia hasta las escaleras del erotismo; ha construido una obra que ha merecido ahora el premio de Las Letras Españolas, lo cual lo consagra otra vez como el veterano que es desde que era un adolescente asustado que se explicaba escribiendo.
AMOR POR GEORGIA
A unos pasos de la Gran Vía de Madrid se puede ver una crónica estremecedora de la vida. Está en la galería Juana de Aizpuru. Son fotografías de Cristina García Rodero. En 1995 fue a Georgia, la exrepública soviética, con Médicos sin Fronteras, y retrató allí la angustia y el dolor de las guerras, la locura y el aislamiento, y también la risa y el sosiego, la lluvia y la miseria, la juventud y la muerte. Y el hambre. Salí de allí tan conmovido como si hubiera ido a la vez al infierno y a la gloria.
VIVA NUNCA MAIS
No sorprende que el regocijo mediático con que algunos han recogido la sentencia que deja sin culpables la tragedia del Prestige haya alcanzado a Nunca Mais, la noble manifestación contra aquel despropósito. Que nadie se extrañe: hace once años, los que ahora atacan a aquellos ciudadanos que gritaron en las calles Nunca Mais fueron zaheridos desde esos mismos medios. Y han vuelto a gritar desde la madriguera del insulto. Modestamente grito Viva Nunca Mais.
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