Pienso que debemos estar atentos a todas las artes, las diferentes manifestaciones del espíritu, los distintos instrumentos que utiliza el hombre para expresarse. Cada manifestación artística es todo un mundo y el arte de la fotografía nos llena de gozo. Estamos por celebrar los cien años del nacimiento de Henry Cartier- Bresson uno de los fotógrafos más reconocidos del siglo pasado.
Borges-Cartier Bresson:
"A fin de cuentas, la foto en si misma
no me interesa
en absoluto.
Lo unico que quiero
es retener la realidad
una fraccion de segundo".
Del diario El País:
Centenario del fotógrafo francés Habla su viuda, la fotógrafa belga Martine Franck:
Henri Cartier-Bresson: Un siglo en fotografías
Fue el hombre que fotografió a Gandhi antes de morir, el primer fotógrafo que entró a la URSS post Stalin. Inmortalizó la liberación de París de 1945 y la caída del Kuomintang en China. Este año, Europa celebrará con exposiciones y simposios la obra del proclamado "padre del fotoperiodismo". Evelyn Erlij
El próximo 22 de agosto se cumplirá un siglo desde su nacimiento, y mientras en España se organizan muestras y homenajes en su honor, París se apronta para celebrar su centenario con un importante coloquio internacional sobre su obra.
Fueron cien años que alcanzó a vivir prácticamente en su totalidad: Henri Cartier-Bresson murió a la edad de 95 años, dejando como legado una vasta y variada colección de fotografías que registran algunos de los sucesos más conmovedores del siglo XX.Intuición, sensibilidad estética, capacidad de observación y humanidad. "Precisamente esas cualidades hicieron de su trabajo algo único. Ésas, más su mente abierta, libre de prejuicios, y sus ansias de libertad para expresarse", comenta desde París su viuda, la fotógrafa belga Martine Franck (Amberes, 1938), una de las personas que más lo conocieron, y con quien compartió sus últimas tres décadas de vida. Los presentó un amigo en común en 1967. Sería una de las pocas personas que lograrían fotografiarlo: el mito Cartier-Bresson consistiría, en parte, en ocultarse tras la cámara, evadir lentes intrusos y convertirse en un célebre desconocido.El misterioHasta el día de su muerte, el 3 de agosto de 2004, eran pocas las personas que reconocían su rostro de la misma forma en que identificaban su nombre. "Ser un fotógrafo conocido es una forma de poder, y yo no la deseo", confesó en una de las escasas conversaciones que mantuvo con un periodista . "Es un hecho que nunca buscó la fama, es verdad que nunca usó flash, y que sólo reencuadró tres fotografías durante su larga vida como fotógrafo", asegura Martine Franck cuando se le pregunta por la gran cantidad de mitos que hasta el día de hoy rodean la figura de su marido.Es que Cartier-Bresson trabajaba como un artesano: utilizaba el mínimo de recursos, fotografiaba con lente normal, no empleaba iluminación artificial y no montaba escenas como algunos de sus contemporáneos. No realizaba ningún tipo de efectos especiales con la cámara y no le interesaba alterar sus fotografías en el laboratorio. La composición geométrica era esencial, y lo fundamental, según él, era alinear la mente, el ojo y el corazón; captar aquel instante decisivo -concepto que dijo le pegaron a la piel como etiqueta-, y que él mismo definió como "el reconocimiento simultáneo, en una fracción de segundo, del significado de un hecho, y de la rigurosa organización de las formas que dan a ese hecho su propia expresión"."Lo que más admiraba de su trabajo era su originalidad y su falta de ideas preconcebidas", comenta su mujer, miembro de la agencia Magnum desde 1980. Ambos tenían en común la costumbre de fotografiar en blanco y negro para evitar la distracción del color y centrar su interés en la composición y la expresividad. No obstante, Franck aclara: "No hay duda de que Henri influenció mi manera de acercarme a la vida a través de la fotografía, pero yo trabajo de una forma muy distinta a la que tenía él, elaborando temas y volviendo al mismo lugar una y otra vez", en oposición a la espontaneidad que buscaba el fotógrafo francés en las imágenes que capturaba.Aunque Cartier-Bresson fue testigo de grandes hechos del siglo XX, algunas de sus fotografías más recordadas no son precisamente testimonios de eventos trascendentales para la humanidad, sino más bien escenas cotidianas protagonizadas por personajes desconocidos. "No diría que Henri entendía el fotoperiodismo como un ejercicio etnológico, ya que nunca trató de explicar los eventos o las situaciones", comenta su viuda, en respuesta a la denominación que algunos periodistas y teóricos de la fotografía han utilizado para describir su forma de practicar el oficio. "Él trabajaba más por instinto, guiado por su imaginación, por su fascinación por la gente y sus reacciones. Creo que su legado es, en parte, esa excepcional empatía que tenía por las personas", afirma desde la casa que compartió con su marido, ubicada a unos pasos del Jardín de las Tullerías.Es un hecho que no le atraía analizar las imágenes que tomaba. Su escaso interés en dar entrevistas no sólo se debía a que le parecían "interrogatorios de policía" (como alguna vez dijo), sino también por una particular reticencia a discutir sobre su trabajo. Según Cartier-Bresson, los registros fotográficos son capaces de hablar por sí solos, y la fotografía es algo simple: una acción inmediata que lucha contra el tiempo, un impulso que capta el instante y su eternidad."Son clásicos en los grandes artistas esta incapacidad y este rechazo a conceptualizar, teorizar y discutir su arte. Eso lo aburría, y lo entiendo. Además, él no era un intelectual", comenta su biógrafo, el periodista francés Pierre Assouline, autor de "Cartier-Bresson: El ojo del siglo" (ver recuadro). Por lo demás, tampoco creía que la fotografía fuese un arte en esencia. "No le interesaba el aspecto artístico. Son los galeristas, los historiadores del arte y los conservadores de museos quienes hicieron de la fotografía un arte", afirma Assouline.Su legado, hoy Martine Franck y su esposo se casaron en 1970, período en el que Cartier-Bresson decidió renunciar a la fotografía como oficio para dedicarse al dibujo y la pintura, disciplinas de donde provenía su afición por la composición, la geometría y la forma. La gran cantidad de imágenes que capturó durante los 40 años que trabajó como fotorreportero -sin olvidar los retratos y las fotografías de paisajes que tomó después de su retiro- obligó al matrimonio, junto a su hija Mélanie, a discutir el futuro de su herencia fotográfica."Decidimos crear la Fundación Henri Cartier-Bresson cuando me di cuenta de que su legado era demasiado inmenso para mantenerlo todo por mi cuenta", comenta su mujer. "Ambos teníamos una preocupación en común: que su trabajo permaneciese entero en Francia, para que no se vendiese o se dispersase a lo largo de los años. También nos importaba que su material se preservase en las mejores condiciones climáticas posibles. Él no quería un mausoleo o un museo sólo para sí mismo; al contrario. Por eso, se estipuló en nuestras leyes que la fundación se abriría a exhibir el trabajo de otros fotógrafos. Creamos, además, un premio que se entrega cada dos años para incentivar el trabajo de nuestros colegas". El organismo se convirtió en la primera fundación privada dedicada a la fotografía en Francia, y actualmente alberga sus archivos fotográficos completos, junto a sus dibujos, correspondencia y grabaciones de audio y video.Sin embargo, el legado de Cartier-Bresson a la historia de la fotografía no se limita a su mero material tangible, y Pierre Assouline así lo quiso expresar a través del título que le otorgó a su biografía. "Creo que hay muchos ojos del siglo", afirma Martine Franck. "Pero es verdad que Henri hizo que generaciones de fotógrafos estuviesen conscientes de que son los pequeños detalles los que hacen la historia".Ya lo dijo Hobsbawm en su "Historia del siglo XX" al referirse al arte de la cámara, el arte por excelencia del siglo pasado: así como el cine está en deuda con el surrealismo encarnado en Buñuel, también lo está el periodismo fotográfico en la figura de Henri-Cartier Bresson.Los libros sobre el fotógrafo"Cartier-Bresson: L'oeil su siecle"(Gallimard, 2001, E 7,51, amazon.fr)."Hablamos, nos escribimos, paseamos, viajamos juntos, pero nunca fue una entrevista en el sentido periodístico. Es por eso que funcionó", asegura el periodista Pierre Assouline, al referirse a la manera en que se acercó al fotógrafo para escribir la biografía. "Nos reunimos en el marco de una conversación. Nuestra amistad nació allí. A continuación, nuestro diálogo duró siete años, hasta su muerte, él sabiendo perfectamente que yo me serviría de todo eso para escribir su biografía", comenta. Actualmente, Assouline es productor de la cadena de radio France Culture y trabaja como crítico literario en Le Monde, donde escribe en el blog "La república de los libros". De su texto se desprende un retrato detallado de la vida y obra de Cartier-Bresson, profundizando en aspectos pocos conocidos como el gran interés que tuvo durante su juventud por el surrealismo, sus experiencias como prisionero de guerra y su devoción por el arte, en especial el dibujo."Un silencio interior. Los retratos de Henri Cartier-Bresson"
Opina un fotógrafo chileno
"La importancia de Cartier-Bresson no sólo está dada por la calidad de su trabajo, sino también por su profundo desarrollo de la intuición, que es la base del 'instante decisivo', y que está relacionado con una habilidad muy particular que los fotógrafos deben desarrollar", comenta Jorge Aceituno, presidente de la Sociedad Chilena de Fotografía y académico de la Universidad de Chile. "Tiene que ver también con la forma en que nos mostró el mundo desde su sensibilidad, y por la manera en que esto se conjugaba en imágenes magistrales que se han dado muy poco. Su formación artística, en la pintura y el dibujo, le abrió un universo gigantesco".Según el académico, Cartier-Bresson formó parte de una generación que vivió una etapa esencial del desarrollo de la fotografía. "Se trata de los primeros fotógrafos que adquieren las cámaras de 35 milímetros, en especial la Leica, que revoluciona la manera de hacer fotografía porque permite trabajar de forma más discreta, menos aparatosa y más rápida", explica Aceituno. "Además, en esa época las fotos eran un medio masivo de comunicación. Gracias a ellas y a la prensa, millones de personas tenían acceso al mundo"."La industria fotográfica siempre ha ido ofreciendo nuevas tecnologías, pero para el tipo de fotografía que hacía Cartier-Bresson bastaba con una cámara muy sencilla. No transgredir sus propios límites es algo que él se planteó y que hasta hoy tiene seguidores, incluso algo fundamentalistas", afirma Aceituno.
"El valor que el fotoperiodista no debe perder es la sensibilidad, y hoy son pocos los fotógrafos que como Cartier-Bresson mantienen ese espíritu".
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