domingo, 8 de junio de 2008

Tu vales mucho muñeca








Si bien de niña no me gustaron mucho las muñecas, ahora el tema de las muñecas siempre despierta mi interés. Es curioso como el hombre a través de la historia ha ido creando muñecas para representar al ser humano. Ahora leo que existen unas muñecas japonesas que valen una fortuna (590 hasta 1000 euros) que son muy realistas, con curvas y pecho y genitales , muñecas articuladas que hacen que las personas se enamoren de ellas y deseen llevarlas a casa. Un japonés Akiro Enku creo un juguete realista para su esposa y luego vendió el diseño a una empresa llamada Volks y salió al mercado con el nombre de Dolfie ( muñeca- silueta).



Ahora se venden en todas partes del mundo con piezas intercambiables para hacer la muñeca especial y soñada y hau una fiebre por estasmuñecas que vienen de Japón, China y Corea. Las más inquietantes son las super Dollfie de 57 cmt con un sorprendente parecido al ser humano. Se pueden maquillar, cambiar de peluca y ojos y vestirlas.
El antecedente de estas muñecas serían las esculturas eróticas de pelo moreno de 1.40 mts de altura del artista polaco Hans Bellmer.
Sin embargo hay muñecas de extremidades articuladas que vienen de Grecia desde el siglo VI y V antes de Cristo.



En mi libro "Escenas privadas" escribí un cuento de muñecas llamado:



“Las mirrow dolls”

Las vendían en los mejor exhibidores de todas las tiendas. Cientos de clientes se arremolinaban atraídos por un letrero en preciosas letras color palo de rosa que anunciaba: “La última locura de Irinia: las mirrow dolls”.

La idea era fabulosa. La muñeca era como una esponja, estaba diseñada de manera tal que iba absorbiendo la substancia o las características de su dueña. En las tiendas todas parecían iguales, preciosas bebes de piel muy suave, de aparente fragilidad, con los ojos que se abrían y cerraban buscando ser miradas con instinto maternal. Un poco más pequeñas que un bebe verdadero, estaban hechas de un material que se amoldaría al cuerpo de su poseedora, que se uniría e integraría a ella como si se tratase de una misma persona. En primer momento fueron destinadas solo para las niñas, por ese prejuicio que todavía persiste de evitar que los niños hagan descubrimientos que se refieran a sus sentimientos. Pero ante la solicitud de una madre y luego de otra, Irilda también las hizo de sexo masculino.
Había tenido la idea pensando en su propia experiencia, hija única de padres que trabajaban, que llegaban exhaustos de regreso a casa, ya de noche, para darle sólo un beso, comer un sanduche y tirarse a la cama bajo la hipnosis del sueño. No había tenido quien le dijese que actuaba mal, que se equivocaba, que era muy buena, o muy dulce, o rabiosa y fea, egoísta o imaginativa. Pero lo que la hizo decidir a experimentar en su taller hasta altas horas de la noche, sin darse por vencida, insistiendo en adaptar los últimos materiales y la mejor tecnología, fue el recuerdo de una preciosa película checa dirigida por Jasny Vokted llamada “Un día, un gato” que trataba sobre la mirada transformadora de un gato que tenía la facultad de revelar en colores, la esencia de las personas. Bajo el manto de la mirada del gato, las esencias se iban haciendo visibles a los ojos propios y ajenos, descubriendo en un color determinado el programa que impulsaba a cada ser.

Irinia imaginaba que al constatar los niños su naturaleza bien pudiesen tal vez dar los pasos para variar, para inclinarse hacia la armonía y el equilibrio.
Se pusieron de última moda. Los sicólogos seducidos por las bellas imágenes del comercial que explicaba las bondades de las Mirrow- dolls empezaron a recomendarlas. ¿Qué mejor que sacar fuera de sí el alma, convertirla en un objeto que pudiésemos tomar entre las manos y acariciar?

Los resultados del experimento fueron imprevisibles. La mayoría de los niños jugaron incansables con sus hermosas muñecas, las arrumaron luego con el resto de sus pertenencias, para regresar después de varios días a ver que se habían transformado en pequeños seres capaces de hacer muecas, tener pataletas, arañar y hasta sacar indignados la lengua. Solo unos cuantos encontraron seres apacibles que les estiraron los brazos haciendo gorjeos para señalar admirados el vuelo de una mariposa o la intensidad de la luz. Las niñas corrieron en busca de sus madres para enseñarles sus muñecas, las que se quejaban de dolores o botaban lágrimas y las que se dedicaban a guiñarles los ojos o a reír encantadas con la vida.
En los parques, se hicieron dos bandos, los dueños de las muñecos malhumorados se agruparon para intercambiar fórmulas para corregir las mañas de sus muñecos, ensayaron gritos destemplados para decirles ¡Basta, qué se han creído¡ y también: ¿Dónde se ha visto que una muñeca se quede sin dormir toda la noche, que no se contente con nada, que insista en que la leche está caliente, o fría, o que le molesta la música, o que no le gusta tal color o tal canción? En el segundo grupo, las niñas se mostraban sus muñecas, se las prestaban para cargarlas por momentos, se quitaban las palabras para contarse anécdotas de las pequeñas travesuras que habían hecho sus hijas, ¿te imaginas? Estuvo escondida durante más de una hora debajo de la mesa solo para escuchar lo que conversaba con mi madre. Ha aprendido un trabalenguas: el rey de Constantinopla quiere que lo descontantinopolicen... Dice que por las noches habla con una estrella, que se comunica con el universo...

El mercado quiso entonces aprovechar el éxito de las muñecas y sacar su buena tajada. Crearon guarderías para muñecas rebeldes. Descanse usted de su muñeca este fin de semana, nosotros se la cuidamos. Conferencias de cómo tratar a su muñeca, cómo transformarla, cómo revertir su tendencia hacia la violencia. Aparecieron cursos para aprender a jugar son su Mirror-doll.
Muchas madres botaron a las muñecas a la basura y les compraron nuevas, resistiéndose a creer que sus niños pertenecían a la banda de los destructores, para a los pocos días oír a la nueva muñeca diciendo lisuras, y verla tomar un palo entre las manos para iniciar otro ataque.

Pero las cosas se fueron complicando: Las madres de las niñas que poseían muñecas armónicas no dejaron que se volviesen a juntar con las niñas violentas. Pidieron a los colegios que las colocasen en aulas distintas. Era tal la diferencia de esencias que si se mantenían agrupadas siguiendo programas totalmente distintos, podría aprovecharse toda la energía y llegar a conseguir a través de la educación la ansiada evolución del hombre, al fin el hombre trascendente, espiritual. Las madres de los niños violentos argumentaron que esto no sería así, que si se creaban pequeños limbos de niños angelicales, no desarrollarían sus instintos de defensa, la agresividad que en pequeñas dosis suele ser tan útil. Las madres de los niños violentos transmitieron todo el problema a sus esposos, que no entendían que un asunto de muñecas les atañese pero al enterarse de las implicancias que traería a sus hijos si progresaba la discriminación, establecieron demandas, hicieron manifestaciones, tomaron de rehén a una vendedora de las famosas muñecas y por último acusaron a Irinia de instigadora a la violencia y destructora de la sociedad.

Ordenanzas municipales permitieron que policías especiales recogiesen todas las muñecas, revisasen cada casa, como si estuviésemos en el tiempo de Herodes cuando ordenó la muerte de todos los infantes. Una vez requisadas las muñecas fueron depositadas en la plaza mayor bajo vigilancia permanente de hombres armados, siguieron revisando y requisando, arranchándoselas a los niños que deseaban conservarlas, contemplando las desgarradoras despedidas, la felicidad de liberarse por fin de aquellos monstruos. Un domingo en las puertas de la catedral al finalizar la misa de doce se prendió fuego a todas esas criaturas que habían sido el deleite o la desesperación de sus poseedores. Los niños desde lejos, tras una soguilla colocada a manera de barrera para que ninguno pudiese correr a rescatar a nadie del fuego, observaban la pirámide ardiente. Era impresionante ver desaparecer aquellos trajecitos de colores, las manitos tersas, que las lenguas de fuego detuviesen los gestos y las palabras, el movimiento ansioso o dulce de las muñecas de Irinia. Semejante sacrificio. El humo azul subiendo hacia el cielo, las negras cenizas dejándose llevar por el viento. Las miradas congeladas de los niños otra vez inocentes, ignorantes por un buen tiempo de su condición y su esencia.

Comentario:
Querida prima, recien hoy (estuve de mudanza el weekend), pude abrir con mucha satisfaccion tu blog, realmente vale la pena tomarse unos minutos para poder leer cosas interesantes, escuchar unas lindas notas y desenchufarnos un rato de este stress cotidiano en el que casi todos vivimos, MUCHAS GRACIAS CECY. Ula

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